Las salamanquesas son capaces de cambiar la tonalidad de su piel en concordancia al ambiente que les rodea, pero también pueden oscurecerse para absorber mejor el calor de los rayos solares. |
En verdad, las calurosas noches veraniegas son feudo de las salamanquesas. Resulta un privilegio y una gozada salir de paseo o sentarse a tomar la fresca y contemplarlas aferradas a las paredes de nuestras casas correteando, persiguiéndose unas a otras, acechando insectos o simplemente, permaneciendo estáticas como si de una pegatina se tratara.
Debido a sus costumbres antropófilas, las salamanquesas son a menudo transportadas por el hombre entre cajas, palets y cualquier otro tipo de material o mercancía que pueda servirles de refugio. Fue de este modo tal y como la salamanquesa común (Tarentola mauritanica) llego a La Rioja allá por los años 80 del pasado siglo, ayudada sobre todo por el ferrocarril. Poco a poco, las salamanquesas procedentes de la región mediterránea fueron colonizando las principales localidades riojanas, prosperando en los alrededores de las estaciones de tren y una vez asentadas, extendiéndose a otras localidades vecinas.
Actualmente en La Rioja pueden encontrarse salamanquesas comunes a lo largo de todo el corredor del Ebro, desde Alfaro hasta Haro. Rara es la localidad del valle que no cuenta con buenas poblaciones de este curioso y adaptable reptil, capaz de conquistar también el interior de la región penetrando por los diferentes valles, sobre todo por los de los ríos Alhama y Cidacos, donde alcanza las localidades de Cervera y Arnedo respectivamente, al menos por el momento.
Las salamanquesas no conocen el vértigo, o eso puede deducirse de sus hábitos trepadores. Resulta increíble la destreza y velocidad con la que escalan nuestros muros y vigas, siendo capaces de subir por la pared totalmente vertical de una habitación y de ahí saltar sin esfuerzo aparente al techo de ésta, quedando colgada boca abajo y siguiendo su camino burlándose de la gravedad.
Pero... ¿Cómo pueden estos pequeños dragones realizar semejantes proezas? Un vistazo de cerca nos permitirá percatarnos de sus dedos aplanados en forma de ventosa, aunque no es exactamente de ese modo la forma en la que consiguen ascender por superficies totalmente planas. En realidad poseen unas laminillas adherentes en la parte inferior de sus dedos. Dichas laminillas se encuentran formadas por miles de microscópicas estructuras similares a cerdas, que a su vez se encuentran ramificadas y son capaces de encontrar apoyo en la más lisa y resbaladiza de las superficies, permitiendo a las salamanquesas caminar por los azulejos del cuarto de baño o incluso por el cristal de una ventana.
Salamanquesa común (Tarentola mauritanica), una especie que desde el mediterráneo se dispersó por todo el valle del Ebro ayudada por el ferrocarril. |
Actualmente en La Rioja pueden encontrarse salamanquesas comunes a lo largo de todo el corredor del Ebro, desde Alfaro hasta Haro. Rara es la localidad del valle que no cuenta con buenas poblaciones de este curioso y adaptable reptil, capaz de conquistar también el interior de la región penetrando por los diferentes valles, sobre todo por los de los ríos Alhama y Cidacos, donde alcanza las localidades de Cervera y Arnedo respectivamente, al menos por el momento.
Las salamanquesas no conocen el vértigo, o eso puede deducirse de sus hábitos trepadores. Resulta increíble la destreza y velocidad con la que escalan nuestros muros y vigas, siendo capaces de subir por la pared totalmente vertical de una habitación y de ahí saltar sin esfuerzo aparente al techo de ésta, quedando colgada boca abajo y siguiendo su camino burlándose de la gravedad.
Detalle de las laminillas de una salamanquesa común. |
Existe además una segunda especie de salamanquesa, se trata de la salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus), de la cual en La Rioja se han encontrado individuos aislados de forma muy puntual. Si bien la salamanquesa rosada es más termófila y no suele ascender mucho más allá de los 300 metros de altitud, es de esperar que en un futuro no muy lejano la especie logre establecerse en alguna localidad riojana, tal y como en su día hiciera la salamanquesa común.
Salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus), ejemplar fotografiado en la Sierra de Andújar -Jaén-. |
Detalle de las laminillas de una salamanquesa rosada. |
Las salamanquesas se alimentan de insectos y otros pequeños animales, a los que capturan ágilmente tras una lenta y meditada aproximación. De hecho la forma más habitual de observarlas es entorno a las luces de farolas y lámparas donde acechan a mosquitos y polillas que son atraídos por estas. No es raro que penetren en nuestras casas, sembrando la alerta y el horror allá donde se encuentren con alguna mente ignorante e impertinente, incapaz de apreciar y agradecer la simpatía y el servicio que estos pequeños e inofensivos animales nos brindan.
Herpetosaludos!
Herpetosaludos!
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