domingo, 29 de enero de 2017

De islas, serpientes... y un poquito de historia reciente.


 Se dice que San Patricio expulsó a las serpientes de Irlanda, pero lo cierto es que debido a su aislamiento geográfico, no resulta muy habitual encontrar serpientes en islas. Sin embargo hay excepciones... En unos casos autóctonas y en otros introducidas, en esta entrada nos daremos un paseo a través del globo viendo algunos casos de serpientes que viven alejadas de tierra firme.

 No hace mucho tiempo se hizo viral un vídeo en el que una joven iguana marina emprendía una vertiginosa carrera por su vida a lo largo de una playa repleta de serpientes. La escena se encuentra rodada en Galápagos, donde existen entre otras clases de reptiles, cuatro especies de serpientes.

 Iguanas, tortugas y serpientes llegaron hace miles de años a las islas Galápagos. No obstante podría haber una nueva especie llegada hace muy poco, se trata de una culebra, la coralillo interandina (Lampropeltis microlophis). El día 23 de febrero de 2014, apareció un macho de esta especie continental atropellado cerca de la localidad de Santa Rosa, una zona rural en el interior de la isla de Santa Cruz. Inmediatamente conocido el hecho, el Ministerio del Ambiente de Ecuador, a través de la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos, estableció un plan de acción para monitorear la zona del hallazgo y determinar la posible procedencia del ejemplar.

Coralillo interandina (Lampropeltis microlophis) encontrada en
  Santa Rosa -Galápagos-. Foto: Parque Nacional Galápagos.
 El motivo de tanta alerta se produjo no solo por tratarse de un animal no autóctono, sino porque especies de este tipo podrían causar daños muy importantes en un ecosistema como Galápagos.

 Tenemos la historia plagada de ejemplos de los efectos que una especie introducida puede ocasionar en hábitats insulares, plagada de extinciones... De modo que nadie debiera de extrañarle un despliegue de este tipo por una "simple" culebra. 

 A día de hoy no han aparecido más falsas corales en Galápagos, pese a que han sido exhaustivamente buscadas. Esperemos que el ejemplar de Santa Rosa fuese un individuo aislado que llegó accidentalmente a la isla, cosa rara por otra parte.

 Esta historia de la falsa coral de Galápagos nos lleva directamente a la Macaronesia, hasta la isla de Gran Canaria. Allí en 1998 apareció el primer ejemplar de culebra real de California (Lampropeltis getula californiae) en el Barranco Real de Telde, diez años más tarde las observaciones se contaban por cientos, distribuidas en un área de 47 km². Actualmente la especie mantiene tres núcleos poblacionales a lo largo de toda la isla y su hipotética erradicación es ya una utopía.

 Se trata de un grave problema ecológico ya que debido a su condición de herpetófaga depreda activamente sobre especies endémicas y amenazadas como el lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini), el perenquén de Boettger (Tarentola boettgeri) y la lisa grancanaria (Chalcides sexlineatus). Debido a ello existe un Proyecto Life cuyo principal objetivo es reducir la densidad y abundancia de la especie en Gran Canaria.


Ejemplar de culebra real de California (Lampropeltis getula californiae) capturado en Gran Canaria.
Foto: Life-Lampropeltis


 Lo más sangrante de este caso es que al ser esta una especie muy popular como mascota, ha sido la ignorancia y la irresponsabilidad de algunas personas -o quizás sólo de una- la que ha propiciado la introducción de esta especie en el medio. Estamos pues ante un caso de introducción deliberada, un caso de verdadero atentado ecológico.


Las culebras bastarda, de escalera y de herradura son tres ofídios ibéricos
que han resultado introducidos en Baleares. Fotos: Javier Álvarez.
 El archipiélago balear tampoco se ha librado de su buena remesa de serpientes introducidas, aunque en este caso no se trata de serpientes de lugares lejanos, ni de una introducción deliberada. Desde que se puso de moda arrancar olivos centenarios, culebras que se introdujeron a hibernar en algún hueco de la vieja tronca de un olivo andaluz despertaron la primavera siguiente al otro lado del mar en alguna rotonda, jardín o chalet de Mallorca, Menorca, Ibiza o Formentera. Por imperativo biológico los árboles deben ser trasplantados en invierno, pero a nadie se le ocurrió que esos hermosos y vetustos olivos podrían llevar polizones en su interior. A día de hoy miles de culebras bastardas (Malpolon monspessulanus), de herradura (Hemorrhois hippocrepis) o de escalera (Rhinechis scalaris) campan por los campos baleares constituyendo una nueva amenaza para otras dos especies de reptiles insulares, la lagartija balear (Podarcis lilfordi) y la lagartija de las Pitiusas (Podarcis pityusensis) cuyas poblaciones son endémicas del archipiélago.

 Actualmente existen programas de control sobre estas especies y se capturan centenares de ejemplares anualmente, pero al igual que lo sucedido en Gran Canaria, todo parece indicar que las grandes culebras ibéricas llegaron a Baleares para quedarse.

 Por si todavía hay alguien reticente a aceptar las consecuencias que puede tener la introducción de una especie foránea en un ecosistema insular, nos trasladaremos al otro lado del mundo, concretamente a la isla de Guam en pleno océano Pacífico. Guam es la mayor de las islas Marianas y siempre fue un lugar estratégico por su ubicación. Fue territorio español y su nombre era Guaján en tiempos en los que el sol no se ponía en nuestro imperio. En 1898 tuvimos que ceder Guaján a Estados Unidos, al tiempo que perdíamos Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Desde entonces el ejército estadounidense ubicó allí sus instalaciones más importantes de todo el Pacífico y tras la Segunda Guerra Mundial la isla se convirtió en un importante puerto comercial y un hervidero de mercancías. 

Situación de Guam en el Océano Pacífico.
 Tanto trasiego no podía traer nada bueno y así es como en algún barco proveniente de Papúa Nueva Guinea, la culebra arbolícola café (Boiga irregularis) llegó a Guam. Allí encontró un ecosistema rendido a sus pies, sin otras especies de serpientes con las que entablar competencia, sin depredadores y con un variado elenco de presas que habían evolucionado sin tener que temer por sus vidas. Así fue como la serpiente de la isla de Guam -nombre con el que comúnmente se la conoce- acabó con 10 de las 14 especies de aves que vivían en la isla, con tres de las seis que había de lagartos y con dos especies de murciélagos. Además las condiciones que las serpientes encontraron en Guam les fueron tan favorables que alcanzan allí tamaños de hasta tres metros de longitud. Siendo por tanto, mayores que en su lugar de origen donde miden en torno a uno o dos metros como máximo.

 Pero que nadie piense que en su frenesí devorador estas serpientes podrían quedarse sin presas con las que alimentarse, el hecho de que Guam haya sido durante tanto tiempo un lugar estratégico para el comercio ha propiciado que en la isla se encuentre también plagada de roedores llegados en su día en barcos y por si esto fuera poco, la capacidad de adaptación de esta serpiente es tal que se la puede observar alimentarse de desperdicios entre la basura, algo insólito entre los ofídios.


Culebra arbolícola café (Boiga irregularis) una especie que ha resultado introducida en varias islas
del Pacífico, resultando especialmente invasora en Guam. Foto: Tom Charlton.

 A parte del irreversible daño ecológico derivado de su introducción, también está el económico. El turismo en Guam no pasa por su mejor momento pues rara es la persona que quiere viajar a una isla donde se calcula que hay más de tres millones de serpientes que aparecen por todas partes. Otra consecuencia de su presencia son los conocidos "snakeouts" o apagones de serpiente, producidos al trepar estas por los cables e instalaciones eléctricas, provocando constantes cortes de luz. La última idea de Estados Unidos fue la de lanzar en diminutos paracaídas 2.000 ratones muertos inyectados con paracetamol -que resulta mortal para las serpientes-, ni que decir tiene que no tuvo el efecto deseado y actualmente se sigue trabajando e investigando el método de acabar con las serpientes, algo en lo que ya se han gastado más de diez millones de dólares intentándolo.

 Sin embargo y aunque son pocas, no todas las islas repletas de serpientes se encuentran invadidas por estas. También hay islas cuyas serpientes resultan autóctonas del lugar. Tal es el caso de Queimada Grande situada frente a la costa de São Paulo en Brasil. Conocida en portugués como Ilha das Cobras, ofrece la particularidad de estar llenita de terciopelos amarillas (Bothrops insularis), una especie de víbora crotalina muy peligrosa. Se calcula que en algunos puntos de la isla hay una serpiente por cada metro cuadrado, no obstante se encuentra catalogada como En Peligro Crítico de extinción debido al exiguo hábitat que ocupa y a que su población resulta muy vulnerable a los incendios y la endogamia.

Terciopelo amarilla (Bothrops insularis) una vibora de fosetas endémica
de Queimada Grande -Brasil-. Foto: Autor desconocido.
 Existió un farero que habitó la isla hasta principios del siglo XX. Cuenta la leyenda que toda su familia murió a causa de las mordeduras de las serpientes. También se intentó establecer una plantación de plátanos, talando y quemando parte de la isla -de ahí su nombre de Queimada Grande-, pero el proyecto acabó fracasando. Actualmente se encuentra deshabitada y la Marina de Brasil prohíbe la entrada de civiles en la isla, aunque existen permisos para las expediciones científicas. Se encuentra protegida como área relevante de interés ecológico desde 1985.

 Para terminar volvemos a casa, a unas islas que fueron denominadas primero Ophiusas por los Griegos y después Colubraria por los Romanos. Sugerentes nombres para un pequeño archipiélago situado frente a la costa de Castellón, las islas Columbretes.

Columbrete Grande o Illa Grossa, lugar donde existió la única población
insular de víbora hocicuda (Vipera latastei) hasta que se decidió
exterminarla. Fotos: Ayto. de Castellón y Javier Álvarez.
 Fueron nuestra Queimada Grande particular, lamentablemente los españoles lo hicimos mucho mejor que los brasileños. En estas islas se encontraban la únicas poblaciones insulares de víbora hocicuda (Vipera latastei), de hecho la mayor talla registrada hasta la fecha para la especie pertenece a un macho de 73 cm. recolectado en Columbretes. Fue en agosto de 1855 cuando comienza la construcción del faro y se valora la genial idea de exterminar las serpientes de la isla. El procedimiento fue sencillo; primero se realizaron quemas sistemáticas de vegetación, después se organizaron batidas compuestas por condenados a muerte de la época -con la remisión de su pena a cambio del servicio prestado-, para terminar llenando las islas de piaras de cerdos a sabiendas de que estos animales incluyen en su dieta a las serpientes. Posteriores expediciones en 1892, 1894 y 1960 en busca de serpientes, no encontraron ningún ejemplar. El trabajo estaba bien hecho.

 Así fue como exterminamos las únicas víboras hocicudas insulares que han reptado sobre la tierra, así fue como las perdimos. Si constituían una subespecie o taxón distinto, si tenían alguna relevancia o valor científico nunca lo sabremos...

     Herpetosaludos! 

1 comentario:

  1. Lo que daría por un paseo en la Ilha das Cobras... aunque... siempre nos quedará Zuazilandia ;)

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