Tras el calor del verano, los días otoñales son casi como una segunda primavera para el naturalista. Las noches frescas y los conocidos popularmente como veranillos de San Miguel, de San Martín o del membrillo, propician la actividad de nuestros queridos anfibios y reptiles.
Ciertamente además, en el campo se encuentran todos los ejemplares juveniles de diferentes especies, lagartos, lagartijas, culebras... que han venido al mundo en esta temporada. Y están ahí mismo, dispuestos a hacer las delicias del herpetólogo aficionado, que tras meses de escasa actividad, regresa al campo con ilusiones renovadas.
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Ejemplar juvenil de lagartija colirroja (Acanthodactylus erhytrurus). |
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Lagartija parda (Podarcis liolepis), bajo el resolillo otoñal. |
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Joven ejemplar de lución (Anguis fragilis). |
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Pequeña culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). |
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Ejemplar juvenil de culebra lisa europea (Coronella austriaca). |
Los atardeceres frescos y tormentosos hacen revivir a los anfibios, que despiden al calor con la esperanza de que este ya no vuelva jamás.
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Sapo común (Bufo spinosus). |
Por no hablar de las víboras... Si el tiempo acompaña, estamos ante uno de los mejores momentos del año para observar a estas fascinantes criaturas, que pueden incluso llegar a manifestar un segundo período de celo.
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Víbora áspid (Vipera aspis). |
Es la época previa a la llegada del frío, por lo que nuestros anfibios y reptiles se preparan para la hibernación y se apresuran en alimentarse y hacer acopio de reservas. Aunque más tarde al fin y al cabo el viejo invierno no resulte tan duro como cabría esperar, pero por si acaso... ¿Quién sabe?
Herpetosaludos!
Hermosa crónica!
ResponderEliminarDesde el ampurdá un herpetosaludo con dedos palmeados!
Se nos acabá la temporada herpetológica!!!!!!!!!
ResponderEliminarNosotros aún intentaremos hacer algún rescate mañana.
Un saludazo y a coger fuerzas para la siguiente