Continuando con nuestras lagartijas singulares, nos queda hablar de la lagartija colirroja, una especie que es junto con la lagartija cenicienta, uno de los reptiles más escasos y amenazados de nuestra región. Es por ello que aprovecharemos el espacio restante para abordar brevemente su estado de conservación y las amenazas que las han llevado hasta ese punto.
La "dedosespinosos"; Del griego akanthos (espina) y del latín dactylus (dedo).
Detalle de los dedos carenados en una lagartija de Merzouga (Acanthodactylus dumerili). Rissani -Marruecos-. |
Estas sí que son verdaderas "correarenas". El género Acanthodactylus lo componen una serie de lagartijas especialmente adaptadas a la vida en lugares extremadamente áridos. Su denominación genérica hace referencia a las escamas aquilladas de sus largos dedos. Adaptación que les permite la locomoción en un sustrato tan inestable como el arenoso, más patente aún en las especies desertícolas, que portan verdaderas "raquetas".
Son lagartos agilísimos, capaces de correr a velocidades sorprendentes. Amantes del calor que se distribuyen por la mitad norte de África y Oriente Medio, llegando por el suroeste de Asia hasta la India. En Europa sólo existe una especie, la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus), que vive únicamente en la Península Ibérica y en el extremo noroeste de África.
Ejemplar de lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus). Puede apreciarse el collar aserrado en la garganta. |
Si bien en La Rioja no existen zonas estrictamente arenosas, las lagartijas colirrojas viven en los lugares más secos del extremo oriental de la región. A menudo comparten hábitat con la lagartija cenicienta y, en menor medida con la lagartija colilarga. Aparte de su tamaño y otras diferencias biológicas con estas especies, su mayor rasgo anatómico tal vez sea la presencia de un collar aserrado bien definido. Característica que en nuestra zona sólo comparte con los lagartos ocelados (Timon lepidus) y verde (Lacerta bilineata).
La colirroja es una especie de lagartija muy robusta y de un tamaño medio-grande, llamando especialmente la atención los machos con su cabeza grande y alta, así como por tener la base de la cola muy abultada.
Poseen una coloración con un color de fondo pardo amarillento, presentando de cuatro a ocho -normalmente seis- líneas blanquecinas a lo largo del dorso, que por norma general están más definidas en las hembras que en los machos. Habitualmente cuentan con gran cantidad de motas oscuras entre dichas líneas, formando un efecto jaspeado. La mayoría de los ejemplares cuentan una cantidad variable de motas amarillas, que se encuentran distribuidas principalmente por los costados. Hay ocelos de color claro en las patas, mientras que las partes inferiores son blanquecinas.
Llama la atención el color de la cola en los ejemplares adultos, que al contrario de lo que se deduce por su nombre no es roja en absoluto. Sólo las hembras en celo poseen la parte inferior de ésta y a veces también de las patas porteriores de un color rojizo. Característica que junto con su complexión más ligera, permite diferenciarlas fácilmente de los machos.
Son los ejemplares juveniles los que bautizan a esta especie, luciendo una cola que puede ir del color anaranjado hasta el rojo intenso. La función de dicha coloración no es otra que la de distraer la atención de los predadores sobre un miembro no vital, autotomizable y regenerable, que contrasta enormemente con el diseño rayado de líneas claras y oscuras que ostentan antes de alcanzar la madurez.
La lagartija colirroja se distribuye únicamente por el extremo oriental de La Rioja, donde es una especie escasa que vive en enclaves muy localizados cuyas poblaciones cuentan con muy pocos efectivos. Viven en lugares muy secos y áridos, con vegetación dispersa y huras de conejo. Las lagartijas colirrojas viven habitualmente en sustratos sueltos como la arena, donde cavan pequeñas madrigueras. En La Rioja, donde no existen zonas apropiadas con suelos arenosos estas lagartijas aprovechan los cados de los conejos. Normalmente presentan actividad entre los meses de marzo y octubre, aunque pueden estar activas en días soleados y apacibles de invierno.
En La Rioja, tanto la lagartija colirroja, como la cenicienta (Psammodromus hispanicus) alcanzan el límite de su distribución ibérica, por lo que a menudo se les atribuye de forma natural cierta escasez poblacional. Sin embargo, especies como el lagarto verde o la víbora áspid (Vipera aspis), pese a encontrar también su límite de distribución en territorio riojano, sí que son bastante comunes. Es pues, más que un límite de distribución, el hecho de vivir en un hábitat que ha sido continuamente alterado lo que ha propiciado la práctica desaparición de ambas especies de lagartijas de la mayor parte de las zonas donde alguna vez habitaron.
Es el valle del Ebro la zona que más ha sufrido los efectos de las actividades humanas, las llanadas llenas de tomillos, los áridos espartales fueron roturados y puestos en cultivo para el sustento humano. Subvenciones al olivo y la viña les fueron acotando aún más el terreno, quedando ambas especies relegadas a pequeños parches y cabezos incultos que quedaban como testigos de la vegetación original. Después llegaron las infraestructuras, los polígonos industriales y el abandono del pastoreo, que propicia el desarrollo de una vegetación de mayor porte en detrimento del hábitat de vegetación rala y dispersa que estas lagartijas necesitan.
Sin embargo, también existen algunos lugares que reúnen -al menos en apariencia- las condiciones apropiadas para ambas especies y donde no se encuentra el menor rastro de su presencia. Las causas de tal ausencia en estas zonas apropiadas son un pequeño misterio, tal vez ignoramos el uso y trato que se le dio a ese paisaje en su día y aunque actualmente nos parece recuperado y óptimo, tal vez desaparecieron de allí hace tiempo. Por otro lado los modelos de predicción de cambio climático favorecerían a las dos especies, siempre y cuando les quedase hábitat disponible.
La última vuelta de tuerca la constituyen las repoblaciones con pino carrasco que se efectúan en aquellos lugares donde no se ha podido cultivar ni construir nada, en aquellos lugares donde todavía quedan poblaciones de lagartijas singulares, poblaciones que en su día quedaron aisladas, que fueron separadas de sus vecinas y que para las que hoy en día, los pinos tal vez sean el tiro de gracia.
Herpetosaludos!
Macho de lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus). |
Llama la atención el color de la cola en los ejemplares adultos, que al contrario de lo que se deduce por su nombre no es roja en absoluto. Sólo las hembras en celo poseen la parte inferior de ésta y a veces también de las patas porteriores de un color rojizo. Característica que junto con su complexión más ligera, permite diferenciarlas fácilmente de los machos.
Son los ejemplares juveniles los que bautizan a esta especie, luciendo una cola que puede ir del color anaranjado hasta el rojo intenso. La función de dicha coloración no es otra que la de distraer la atención de los predadores sobre un miembro no vital, autotomizable y regenerable, que contrasta enormemente con el diseño rayado de líneas claras y oscuras que ostentan antes de alcanzar la madurez.
Juvenil de lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) entre la vegetación que le sirve de refugio. |
Hembra de lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) junto a la entrada de una hura de conejo. |
La lagartija colirroja se distribuye únicamente por el extremo oriental de La Rioja, donde es una especie escasa que vive en enclaves muy localizados cuyas poblaciones cuentan con muy pocos efectivos. Viven en lugares muy secos y áridos, con vegetación dispersa y huras de conejo. Las lagartijas colirrojas viven habitualmente en sustratos sueltos como la arena, donde cavan pequeñas madrigueras. En La Rioja, donde no existen zonas apropiadas con suelos arenosos estas lagartijas aprovechan los cados de los conejos. Normalmente presentan actividad entre los meses de marzo y octubre, aunque pueden estar activas en días soleados y apacibles de invierno.
¿Por qué escasean tanto?
Imagen de un paraje donde viven ambas especies de lagartijas en La Rioja. |
En La Rioja, tanto la lagartija colirroja, como la cenicienta (Psammodromus hispanicus) alcanzan el límite de su distribución ibérica, por lo que a menudo se les atribuye de forma natural cierta escasez poblacional. Sin embargo, especies como el lagarto verde o la víbora áspid (Vipera aspis), pese a encontrar también su límite de distribución en territorio riojano, sí que son bastante comunes. Es pues, más que un límite de distribución, el hecho de vivir en un hábitat que ha sido continuamente alterado lo que ha propiciado la práctica desaparición de ambas especies de lagartijas de la mayor parte de las zonas donde alguna vez habitaron.
Es el valle del Ebro la zona que más ha sufrido los efectos de las actividades humanas, las llanadas llenas de tomillos, los áridos espartales fueron roturados y puestos en cultivo para el sustento humano. Subvenciones al olivo y la viña les fueron acotando aún más el terreno, quedando ambas especies relegadas a pequeños parches y cabezos incultos que quedaban como testigos de la vegetación original. Después llegaron las infraestructuras, los polígonos industriales y el abandono del pastoreo, que propicia el desarrollo de una vegetación de mayor porte en detrimento del hábitat de vegetación rala y dispersa que estas lagartijas necesitan.
Sin embargo, también existen algunos lugares que reúnen -al menos en apariencia- las condiciones apropiadas para ambas especies y donde no se encuentra el menor rastro de su presencia. Las causas de tal ausencia en estas zonas apropiadas son un pequeño misterio, tal vez ignoramos el uso y trato que se le dio a ese paisaje en su día y aunque actualmente nos parece recuperado y óptimo, tal vez desaparecieron de allí hace tiempo. Por otro lado los modelos de predicción de cambio climático favorecerían a las dos especies, siempre y cuando les quedase hábitat disponible.
La última vuelta de tuerca la constituyen las repoblaciones con pino carrasco que se efectúan en aquellos lugares donde no se ha podido cultivar ni construir nada, en aquellos lugares donde todavía quedan poblaciones de lagartijas singulares, poblaciones que en su día quedaron aisladas, que fueron separadas de sus vecinas y que para las que hoy en día, los pinos tal vez sean el tiro de gracia.
Herpetosaludos!
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